Blarney Stone Pub
El Blarney Stone Pub en Nueva York es parte de una cadena de bares que alguna vez fue prominente en la ciudad. Situado en la Avenida 8 entre las calles 31 y 32 Oeste, cerca de la Estación Penn, este bar es uno de los últimos de su tipo. La cadena alcanzó su apogeo con 34 locales, conocidos por su cerveza y bebidas a precios accesibles y por ofrecer carne en conserva en su menú. A pesar de sus precios bajos, estos bares estaban lejos de ser considerados antros.
El nombre de la cadena proviene de la famosa Piedra de Blarney en Irlanda, ubicada en el Castillo de Blarney cerca de Cork. Según la leyenda, besar esta piedra otorga poderes persuasivos prodigiosos. La cadena fue iniciada por el inmigrante irlandés Daniel Flanagan, quien abrió el primer Blarney Stone en la Avenida 3 y la Calle 44 Este en 1952. Hasta marzo de 2017, solo quedaba otro bar de la cadena, ubicado en el 11 de Trinity Place, con vista al Túnel Brooklyn Battery (Hugh Carey).
Los pubs Blarney Stone en Nueva York eran más que simples bares; formaban parte del tejido cultural y social de la ciudad en las décadas pasadas. Dispersos por todo Manhattan, estos establecimientos ofrecían un ambiente auténtico de taberna de clase trabajadora con un bar largo a la izquierda, un mostrador de comida a la derecha y mesas y sillas algo endebles al fondo. Eran lugares donde lo que veías era lo que obtenías, con precios accesibles incluso para los músicos menos acaudalados.
El aroma de la comida, especialmente el corned beef, era una característica tentadora de estos pubs, presentando un dilema a los visitantes sobre si gastar su dinero restante en más bebidas o en una comida sustanciosa. Los Blarney Stone eran conocidos por su práctica de “buybacks”, ofreciendo una bebida gratis después de cada dos o tres consumiciones, una cortesía esperada y apreciada por los asiduos.
Curiosamente, personalidades como David Byrne, líder de Talking Heads, frecuentaban estos lugares, lo que destaca la diversidad de su clientela. Estos pubs no solo servían como espacios para beber y comer, sino también como lugares de encuentro para amantes de la música y otros entusiastas de la vida nocturna neoyorquina.
Hoy en día, los días de los Blarney Stones han quedado atrás, pero siguen siendo recordados con cariño por aquellos que los frecuentaron, dejando un legado de memorias y camaradería.