Hoy recorrí la Quinta Avenida
Querido amigo,
Hoy me aventuré por la Quinta Avenida en Nueva York, y déjame decirte, es otro rollo. Es como caminar por una de esas revistas de moda, pero en vivo y a todo color. Aquí va la crónica de mi día entre los ricos y famosos… o al menos, cerca de donde compran.
Arranqué mi caminata justo donde se siente la magia (y el golpe al bolsillo): cerca de la tienda de Apple, esa que parece una nave espacial de vidrio metida entre edificios antiguos. Ahí mismo ya sabes que este paseo no va a ser como ir al super.
Seguí caminando y pasé por todas esas tiendas de marca que ves en las películas, donde un par de zapatos cuesta más que mi renta. Gucci, Prada, Louis Vuitton, tú nómbralas. Me dio por pensar si entrar a mirar o no, pero luego recordé mi cuenta bancaria y mejor seguí de largo.
La gente por aquí es un espectáculo aparte. Parece que todos salieron de una sesión de fotos, vestidos hasta los dientes. Y ahí estaba yo, con mi look de turista perdido, sacando fotos como si mañana se acabara el mundo.
En una de esas, llegué al Rockefeller Center. No importa cuántas veces lo veas en fotos o películas, estar ahí es otra historia. Me quedé un buen rato mirando hacia arriba, intentando capturar todo con mi cámara y sin torcerme el cuello.
Y cómo olvidar la Catedral de San Patricio. Amigo, esa iglesia es impresionante, metida ahí entre rascacielos como diciendo “aquí también hay espacio para el espíritu”. Me metí un rato porque, ¿por qué no? Y sí, es tan impresionante por dentro como por fuera.
Después de un buen rato caminando, ya me estaba entrando hambre, pero aquí entre nos, los precios de los restaurantes de la Quinta Avenida no son muy amigables que digamos. Terminé comprando un hot dog de uno de esos carritos de la calle. Nada más neoyorquino que eso, ¿no crees?
Al final del día, la Quinta Avenida me dejó con esa sensación de haber vivido un poquito en el mundo de los que salen en las revistas, aunque sea solo caminando por donde ellos compran. Es un lugar increíble, lleno de vida, lujo, y un montón de cosas bonitas que ver (y soñar con comprar algún día).
Te mando un abrazo grande,
[Tu amigo haciendo de turista en la gran manzana]