Las galletas Oreo tienen su propia calle en Nueva York
La Oreo Way en Nueva York celebra la histórica conexión de la galleta Oreo con la ciudad, donde fue inventada y producida por primera vez en 1912. Este tramo de la Novena Avenida fue designado como “OREO Way” en 2002, en reconocimiento a la creación de la Oreo, que se ha convertido en la segunda galleta más vendida en Estados Unidos. Estas galletas se originaron en las panaderías de estilo románico de seis pisos construidas por la New York Biscuit Company, que más tarde se fusionó con la American Biscuit and Manufacturing Company para formar lo que se conocería como Nabisco.
La motivadora historia de Sam Porcello “Mr.Oreo”
Sam Porcello, conocido cariñosamente como “Mr. Oreo”, es una figura legendaria en la historia de las golosinas estadounidenses. Trabajando para Nabisco durante 34 años, Porcello no solo fue el cerebro detrás del relleno cremoso que define a las Oreo, sino que también innovó con la introducción de las Oreos cubiertas de chocolate y de chocolate blanco.
El legado de Porcello va más allá de sus contribuciones culinarias. Con cinco patentes a su nombre relacionadas con las Oreos, su ingenio y creatividad dejaron una marca imborrable en la compañía y en la cultura popular. Su título oficial en Nabisco era “científico principal”, un reconocimiento a su meticuloso trabajo y a su profunda comprensión de la ciencia detrás de los alimentos.
Lo que muchos no saben es que la carrera de Porcello en Nabisco estuvo a punto de no suceder. Tras períodos cortos como maestro y trabajando para la compañía de dulces Charms, estuvo a punto de ser contratado por una firma de cosméticos, hasta que descubrieron que era daltónico.
La pasión de Porcello por su trabajo era evidente para todos los que lo conocían, incluyendo su familia. “Mi padre estaba orgulloso de lo que hacía”, recuerda su hijo Curtis. Esta pasión se reflejaba en las historias que compartía en casa sobre sus proyectos en Nabisco, convirtiendo la innovación en una parte cotidiana de su legado familiar.
Porcello falleció un sábado a la edad de 76 años, dejando tras de sí un dulce legado que sigue siendo parte integral del disfrute de millones de personas en todo el mundo. Su vida, aunque marcada por logros impresionantes, también destaca la importancia de la resiliencia y la adaptabilidad, enseñando que incluso los desvíos inesperados en nuestra carrera pueden llevarnos a caminos de éxito y satisfacción.