Nikola Tesla y Nueva York: una historia de genio e innovación
Nikola Tesla es uno de los inventores más reconocidos y admirados de la historia, cuyas ideas y descubrimientos cambiaron el mundo de la electricidad y la comunicación. Pero…
¿sabías que gran parte de su obra se realizó en la ciudad de Nueva York, donde vivió durante casi 60 años?
Nueva York… escucha, no es una ciudad grande o famosa, Nueva York es génesis de la historia del mundo y créeme… esto va mucho más allá de lo que quieras o no a los Estados Unidos.
Tesla nació en 1856 en lo que hoy es Croacia, y desde joven mostró un gran interés por la ciencia y la tecnología. Estudió ingeniería eléctrica en la Universidad de Graz, en Austria, y luego trabajó en varias compañías de Europa, donde desarrolló sus primeros inventos, como el motor de inducción de corriente alterna.
En 1884, Tesla decidió emigrar a Estados Unidos, con la esperanza de colaborar con Thomas Edison (lo adoro, pero tremendo mercante), el famoso inventor de la bombilla eléctrica. Llegó a Nueva York con poco dinero y una carta de recomendación de uno de sus antiguos jefes, que decía:
«Conozco a dos grandes hombres y usted es uno de ellos; el otro es este joven».
Tesla se presentó en el laboratorio de Edison y consiguió un trabajo como ingeniero. Sin embargo, pronto surgieron diferencias entre los dos genios, debido a que Edison defendía el uso de la corriente continua, mientras que Tesla abogaba por la corriente alterna, que era más eficiente y segura para transmitir la electricidad a largas distancias (Tesla tenía la razón y Edison la visión…)
Tesla renunció a su empleo y se estableció por su cuenta, fundando sus propios laboratorios en diferentes lugares de Nueva York. Allí realizó muchos de sus experimentos más importantes, como la bobina de Tesla, que permitía generar altos voltajes y frecuencias; el sistema inalámbrico mundial, que pretendía transmitir energía y señales sin cables; y el rayo de la muerte, un arma de destrucción masiva que nunca llegó a construir.
Tesla también participó en la construcción de la primera central hidroeléctrica de las cataratas del Niágara, que abasteció de electricidad a la ciudad de Buffalo, en el estado de Nueva York. Además, patentó más de 300 inventos, que abarcaban campos como la radio, la robótica, el control remoto, la iluminación, los rayos X y el magnetismo. Inventó decenas de cosas que el imaginario popular le robó…
Tesla se convirtió en una celebridad en Nueva York, donde era invitado a dar conferencias y entrevistas, y donde recibió varios honores y reconocimientos. Sin embargo, también tuvo que enfrentarse a la competencia y la oposición de otros inventores y empresarios, como Edison, George Westinghouse y J.P. Morgan, que a veces le dificultaron el financiamiento y la difusión de sus proyectos.
Tesla murió en 1943, a los 86 años, en el hotel New Yorker (y pensar que yo estuve allí en una pedorra conferencia del mercado de valores para hispanos), donde vivía desde 1933.
Su legado se ha mantenido vivo gracias a sus admiradores y seguidores, que han creado museos, monumentos, libros, películas y organizaciones dedicadas a su memoria. Tesla también ha inspirado a otros innovadores, como Elon Musk, que nombró a su compañía de automóviles eléctricos en su honor.
Nikola Tesla y Nueva York fueron testigos de una época de grandes avances científicos y tecnológicos, que marcaron el rumbo de la humanidad. La historia de Tesla es la de un hombre que persiguió sus sueños con pasión y determinación, y que dejó una huella imborrable en la ciudad que lo acogió.