Mi Aventura Hacia La Estatua de La Libertad
Querido amigo,
Hoy me lancé a la misión de visitar a la señora más famosa de Nueva York: la Estatua de la Libertad. La odisea comenzó en Manhattan, y te juro que fue toda una experiencia. Agárrate, que aquí te cuento el rollo.
Primero que nada, me tocó madrugar porque todo el mundo me dijo que entre más temprano vayas, menos te toca hacer fila. Y bueno, ya sabes cómo soy con las multitudes. Llegué al Battery Park y, ¡sorpresa!, ya había un gentío que ni te imaginas. Parecía venta de boletos para el concierto del año.
Después de hacer una fila que se sintió eterna para comprar el ticket, finalmente me subí al ferry. Ahí estaba yo, en la cubierta, sintiéndome todo un explorador urbano, con el viento dándome en la cara y tratando de no parecer turista, pero fallando miserablamente con mi celular en mano.
El viaje en ferry es corto pero intenso. Por un lado, tienes la vista impresionante de Manhattan que se aleja poco a poco, y por el otro, la emoción de ver cómo la Estatua de la Libertad se va haciendo más grande conforme te acercas. Es uno de esos momentos de “pellízcame, que no lo creo”.
Al llegar a Liberty Island, la primera impresión es algo así como: “Wow, ella es enorme”. Y es que ver la estatua en persona no se compara con ninguna foto. Estar ahí, mirándola de abajo hacia arriba, te hace sentir chiquito, pero de una manera buena, como recordándote todas esas historias de libertad y sueños.
Di una vuelta alrededor de la isla, tomando fotos desde todos los ángulos posibles, porque, ¿cuándo volveré a tener esta oportunidad, verdad? Además, el audio tour que dan es bastante útil; te cuenta un montón de datos curiosos que seguro usaré para impresionar en las próximas reuniones familiares.
Después de explorar (y llenar la memoria del teléfono de fotos), tomé el ferry de vuelta. Esta vez, con una sensación de satisfacción que solo viene cuando tachas algo grande de tu lista de “cosas que hacer antes de morir”.
Llegar a la Estatua de la Libertad desde Manhattan es una de esas aventuras que te hacen apreciar aún más esta ciudad loca y maravillosa. Entre las filas, el viento del ferry y ese primer vistazo a Lady Liberty, es una experiencia que no cambiaría por nada.
Te mando un abrazo,
[Tu amigo viviendo la aventura neoyorquina]