Mi viaje a Nueva York desde Madrid

 

Mi viaje a Nueva York desde Madrid

Querido amigo,

Permíteme contarte sobre mi épica odisea desde Madrid hasta el corazón de Nueva York, terminando en un hotel en Midtown. Fue toda una aventura, digna de ser narrada.

Todo comenzó en el aeropuerto de Madrid-Barajas, donde, armado con mi maleta y un montón de ilusiones, me enfrenté al primer gran desafío: el check-in y la seguridad. Entre las filas que parecían serpientes mitológicas y el ritual de sacar laptops, líquidos y cinturones, me sentí como si estuviera participando en unas olimpiadas no oficiales.

Finalmente, tras superar las pruebas iniciales, me encontré en la puerta de embarque, esperando abordar el avión que me llevaría al JFK. El vuelo, afortunadamente, fue menos evento que el preámbulo. Me sumergí en un par de películas, intenté dormir (sin mucho éxito) y, antes de darme cuenta, las luces de Nueva York empezaron a brillar bajo nosotros.

Aterrizar en el JFK fue como entrar a una colmena. Gente de todas partes del mundo convergiendo en un solo punto, filas que avanzaban a paso de tortuga y pantallas parpadeando con información. La aduana fue un capítulo aparte, donde compartí mi historia con un oficial que, aunque parecía sacado de una serie de TV por su seriedad, al final me regaló una sonrisa y el deseado “Welcome to New York” para luego con otra sonrisa un poco más cálida decirme “Bienvenido”, en perfecto mexicano.

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AirTrain en el Aeropuerto JFK

Pensaba que lo difícil había pasado, pero no contaba con el reto de encontrar el transporte adecuado hacia Midtown. Opciones había de sobra: taxi, shuttle, tren, bus… Decidí optar por el AirTrain combinado con el metro, porque, ¿qué mejor manera de sumergirse en la ciudad que viajando como un local más?

El AirTrain fue pan comido, pero al llegar a la estación de metro y enfrentarme al mapa de líneas, me sentí como decodificando jeroglíficos. Con un poco de ayuda de un amable neoyorquino y una que otra mirada al mapa del metro en mi teléfono, me lancé al vagón correcto, no sin antes experimentar el empujón clásico de la hora pico.

La travesía en metro fue una mezcla de fascinación y ansiedad por llegar. Entre túneles subterráneos y paradas que parecían nombres de lugares sacados de una novela, finalmente emergí a la superficie en Midtown, mi destino final.

La llegada a mi hotel fue el cierre de oro. Midtown, con sus rascacielos iluminados y calles que bullían de vida incluso a altas horas, me recibió con los brazos abiertos. Registrarme en el hotel fue el último paso de una jornada larga (obviamente ya tenía todo reservado desde los enlaces de Hispayork), pero al mirar por la ventana de mi habitación hacia la ciudad que se extendía ante mí, supe que cada minuto había valido la pena.

Así que aquí estoy, amigo, listo para sumergirme en esta jungla de concreto, después de un viaje que ya se ha convertido en la primera de muchas historias que espero contarte.

Un fuerte abrazo,

Te seguiré contando.

[Tu amigo, ya en la Gran Manzana]

Benjamín

Benjamín

¡Bienvenidos a Nueva York! ¡Feliz Viaje!

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